En estas últimas semanas twitter ha sido el involuntario escenario del triunfo de otro servicio 2.0: Google wave. Cientos de usuarios de twitter han llorando como plañideras ante la ausencia de invitaciones para comenzar a usar el nuevo servicio de Google. Al llanto sigue la excitación cuando ya saben que la invitación les ha sido enviada; y a la recepción de dicha invitación sigue el desánimo: ¿y esto para qué sirve?
De momento no me creo tan gurú como para sentenciar sobre la utilidad del último servicio de Google; estos días están apareciendo manuales y guías que enseñan a manejar Google wave y la propia Google se ha partido la crisma sacando vídeos y tutoriales. Sin embargo si puedo explicaros cómo uso yo Google wave, por si eso os sirviera de guía para hacer algo parecido o quizá encontrar vuestro propio camino entre las olas. ¿Te interesa el tema?Las propiedades interactivas de Google wave son muchas y poderosas; seguramente irán en aumento con el paso del tiempo. Sin embargo no es ésto lo que más me ha llamado la atención del servicio, sino su privacidad. De momento, en Google wave estamos a salvo del SPAM y de otras distracciones propias del e-mail, como por ejemplo los mensajes que nos llegan de los foros, que si fulano nos ha agregado a twitter, que si ya tiene usted la última factura de lo que sea lista para descargar, que si la fnac esto, que si amazon aquello… Hoy día el e-mail es una plataforma formidable para la comunicación y el trabajo colaborativo pero también una fuente inagotable de distracciones. Wave, de momento no, o casi.
Y digo casi, porque en Google wave sucede un fenómeno de distracción que hasta la fecha yo al menos no había visto en el correo electrónico, y es que por el mero hecho de tener Google wave y ser pocos los que lo tienen, mucha gente se ve impelida a meter a otros seres humanos en waves masivos donde mayormente se habla de tonterías, o pero aún, no se habla de nada, simplemente existen. Una vez que te han añadido a un wave no existe manera humana de salir; aunque lo borres, el wave sigue vivo en tu papelera y recibiendo actualizaciones, y el resto de miembros del wave no tienen forma de saber que ya no lo estás siguiendo. Así las cosas, mientras no haya manera de borrarte de un wave, meter a alguien dentro de uno se convierte en todo un atentado a la privacidad 2.0, así que la gente debería pensarse mucho iniciar un wave y meter dentro a personas a las que no conoce personalmente, desconociendo también si el tema del wave va a ser o no de su agrado. Además, la mayoría de estos waves contienen más de 20 participantes, con lo cual la propia esencia del servicio queda vulnerada, pasando de conversación a gallinero. Este fenómeno no ocurre con el correo electrónico y supongo (más bien espero) que sea una moda pasajera derivada de la relativa novedad de Google wave.
Salvada esta excepción, Google wave sigue siendo un entorno más tranquilo y más exento de distracciones que el correo electrónico; es por este motivo y no tanto por su interactividad en tiempo real que he encontrado en él el perfecto entorno para desarrollar y tratar con otras personas proyectos de cierta relevancia, cosas que necesitan comunicación, colaboración y repartos de tareas. Por ejemplo, algunos de los asuntos relativos a las Jornadas de Podcasting en Murcia se resolvieron en Google wave, aunque por aquel entonces no teníamos la costumbre de entrar con frecuencia al servicio y el e-mail acabó imponiéndose. Después he iniciado algunos proyectos que se están desarrollando en Google wave, tranquilamente, no a un ritmo tan frenético como en una cadena de e-mails pero sí con el ritmo tranquilo que dichos proyectos necesitan.