Esta entrada no va sobre Mac ni Apple ni nada de tecnología. Es el tipo de cosas que suelo contar en mi blog personal, pero estoy tan eufórico que os lo voy a soltar aquí.
Este viernes 14 de septiembre es de momento una puta mierda de día. Todas las noticias que he recibido, empezando por el iMac y terminando por mi trabajo, han sido malas o malísimas. Y encima se ha puesto a llover en Murcia, y he venido al trabajo en bici.
Pero lo peor estaba por llegar, ya que explorando en mi bandeja de «asuntos pendientes de terceros», me he encontrado con una operación con fecha límite 9 de agosto por importe de 364.993,66 € y de la que no tenía constancia de haber contestado o siquiera haber visto antes. Esto, en términos de administración pública, supone un recargo del 10%, 36.499,37 €, o sea SEIS MILLONES Y MEDIO DE PESETAS. Y todo culpita mía y de nadie más.
Pálido como un cadaver, me he puesto a buscar en todos mis papeles, despacio, uno por uno, mientras mis compañeros andaban por los pasillos a cámara lenta y los clientes se movían cada vez más despacio, hasta el punto que la misma realidad parecía detenerse. El sonido de mis latidos se agolpaba mis oídos y la muerte por auto-saturación era la salida menos mala entre las que se me ocurrían. Y entonces ha sucedido.
Un papel. Un único papel. Sólo un folio, sin anexos. Con un maravilloso sello de entrada en la administración pública de fecha 27 de julio. Un papel en el que contesto al escrito antes referido y quedo a la espera de respuesta. Un alivio como no os podéis imaginar.
Y de pronto esta puta mierda de día se ha convertido sólo en una mierda de día. Y he respirado aliviado y ahí queda eso, que me he salvado.
Moraleja: mejorar el sistema de archivo de escritos y contestaciones ¡¡YA!!